¿CISMA O FE ? 1971-1972 (R.P. Saenz y Arriaga)

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Re: ¿CISMA O FE ? 1971-1972 (R.P. Saenz y Arriaga)

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Pero, volvamos a nuestro raciocinio:
¿podemos, en esta segunda hipótesis, acusar de "cisma", de
insubordinación o de injuria a los que, en estos
apocalípticos momentos, se niegan a seguir, en
sus desviaciones, a una gran mayoría de los
actuales miembros de la Jerarquía, después de
que, por una madura y prolongada reflexión, por
un estudio sólido y constante, por frecuentes y
prolongadas consultas con teólogos de reconocida
ciencia, de virtud acrisolada y de larga
experiencia —respetados por tales por la gente
que sabe y que investiga— han llegado a la
tangible y espantosa convicción de que esos
miembros de la Jerarquía, sin excluir al Papa,
están traicionando su triple misión pastoral, que
exige de ellos una total fidelidad a la Iglesia
tradicional?



La triple misión pastoral, según la
institución divina, que tienen a su cargo los
legítimos pastores de la Iglesia son:
la
preservación de la doctrina revelada, la salvación
y santificación de las almas, por los Sacramentos,
instituidos por Cristo
(y, en especial, LA SANTA
MISA, EL SACRIFICIO EUCARISTICO)
y la
conservación moral de las costumbres en el
pueblo cristiano, según los preceptos de la ley
inmutable y universal, que Dios mismo nos ha impuesto y los
preceptos y consejos del Evangelio.



¿Necesitamos acaso haber adquirido ese cambio
de mentalidad, exigido por el progresismo, —que
para nosotros es un cambio de fe—, para eliminar
la evidencia, que actualmente tenemos, de que,
en esos tres deberes fundamentales de su
misión pastoral, muchísimos de los actuales
representantes de la actual Jerarquía han fallado
y han provocado una catastrófica revolución, cada
vez más radical y creciente, en el catolicismo tradicional?



Periódicos, revistas, emisiones radiofónicas,
programas de televisión y numerosos libros, que
circulan con el "Nihil obstat", el "Imprimi potest" y el
"Imprimatur" canónico de Cardenales y obispos nos
están dando incesantes y abrumadores
testimonios, pruebas apodícticas, que nos están
haciendo ver las fallas impresionantes de
muchísimos pastores, de las así llamadas
Conferencias Episcopales y de
las más altas jerarquías de la Iglesia del
postconcilio.


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Re: ¿CISMA O FE ? 1971-1972 (R.P. Saenz y Arriaga)

Message par InHocSignoVinces »

Cualquiera persona de mediana cultura católica,
que no esté comprometido, que haya resistido, sin cambiar de
fe, ese lavado cerebral; cualquier persona que
tenga verdadero interés por su eterna salvación,
se da perfecta cuenta de que, en esos tres puntos
de su misión pastoral,
muchísimos de los actuales
representantes de la Jerarquía han traicionado su
misión divina, ya encabezando y empujando ellos
mismos la revolución religiosa, que estamos
presenciando, ya patrocinando a los dirigentes de
la subversión, ya dejándose arrastrar
rutinariamente (por temor, tal vez, a los
venerables Hermanos, que tienen la posibilidad
de removerlos de su cargo pastoral), ya dejando
simplemente hacer a los conjurados.

Cualquiera de estas actitudes bastaría para hacer
a los pastores cómplices manifiestos de la
subversión.



¿En dónde se encuentra el mayor peligro de
cisma, de herejía y de apostasía?
¿En los que
siguen el camino de la subversión y colaboran,
conscientemente o inconscientemente, en la
destrucción de la Iglesia
o en aquéllos —sean
simples fieles católicos, sean sacerdotes o sean
Prelados— que defienden su fe y luchan, según
los dictámenes de su conciencia, por los
altísimos intereses del Reino de Dios?



Los primeros, anteponiendo la autoridad de los
hombres a la autoridad santísima de Dios, las
formas jurídicas sobre la Verdad Revelada;

buscando mejor sus propios intereses que la
gloria de Dios y la salvación de las almas,

aceptan, sin resistencia alguna, cuando no con
activismo incansable, la autodemolición de la
Iglesia,
convirtiéndose así en "tontos útiles", en
"compañeros de viaje", cuando no en dirigentes y
activistas de los destructores de la obra divina.



Ni faltan tampoco, por desgracia, los Genaros, que,
con una absurda papolatría, con una obediencia mal
entendida,
que, en realidad, es traición y es
entreguismo, están contribuyendo a la obra
satánica de la perdición de innumerables almas,
que, sin conocimiento de causa, se han sumado
incondicionalmente a la destrucción acelerada de
la Iglesia.



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Re: ¿CISMA O FE ? 1971-1972 (R.P. Saenz y Arriaga)

Message par InHocSignoVinces »

Recuerden, sin embargo, estos demoledores, que
tanto se escandalizan de nuestra lucha, que
ni
Papas, ni Concilios, ni Obispos o sacerdotes
pueden exigir nuestra obediencia
cuando ellos, en
sus mandatos, se apartan de la verdad
Revelada,
contrariando las enseñanzas
dogmáticas ya definidas por el Magisterio vivo,
auténtico e infalible de la Iglesia,
institucionalizada por el mismo Hijo de Dios, o de
la doctrina, que, sin haber sido dogmáticamente
definida por el Magisterio, semper et ubique tenuit
Ecclesia,
siempre y en todas partes ha sido
profesada por la Iglesia de Occidente y de Oriente
como verdad revelada por Dios, como doctrina
católica.



Pero, dirá alguno: LA IGLESIA ESTA DONDE ESTA
PEDRO, DONDE ESTÁN LOS LEGÍTIMOS
PASTORES.
Así es, verdad; pero, hagamos énfasis
en el epíteto:
donde están los legítimos pastores,
no los intrusos, no los traidores. La Iglesia está
donde está PEDRO afirmando:
"Tú eres el Cristo, Tú
eres el Hijo de Dios vivo";
no donde está Pedro
negando con imprecaciones conocer a su
Maestro, ni donde está Pedro tratando de disuadir
a Jesucristo a cumplir el mandato de su Eterno
Padre de morir por nosotros en la Cruz.

En esta ocasión, el mismo Cristo dijo a Pedro: "Retírate,
Satanás".



¿Acaso puede estar la Iglesia con los que han
traicionado su misión divina, haciendo el juego a los enemigos
del nombre cristiano y conduciendo gradualmente
al rebaño a la apostasía, renegando de una
manera más o menos clara, más o menos
disimulada, del catolicismo tradicional, para
"aggiornar" la obra de Cristo al mundo moderno
impío y materialista;
para entablar el "diálogo ecuménico"
con los mayores enemigos de la Iglesia y del mismo
Jesucristo?



¿Se puede trabajar por la unidad de la Iglesia
siguiendo a aquellos que destruyen o dejan
destruir los mismos fundamentos de la unidad:
el primado de Pedro y los tres puntos principales,
arriba indicados, de la misión pastoral de
los sucesores de Pedro y de los demás Apóstoles?



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Re: ¿CISMA O FE ? 1971-1972 (R.P. Sáenz y Arriaga)

Message par InHocSignoVinces »

La Sagrada Escritura proclama: "Un solo Señor, un
solo bautismo, un solo Dios, Padre de todos".
(Eph. IV, 6).
Por lo que es evidente que, por haber
abandonado muchos pastores los tres máximos
deberes de su misión pastoral, se ha podido
difundir por todas partes de la Iglesia — ¡esto es lo más
grave!— la más espantosa anarquía, y que esa
anarquía ha llegado a tan graves extremos, que
ha hecho ya incognoscible la misma obra de Cristo,
precisamente porque hubo una ruptura con lo que
siempre fue y siempre debe ser inmutable,
delante de Dios y de los hombres.



¿Tenemos acaso que decir que la doctrina, las
condenaciones, los pronunciamientos decisivos,
contra los errores presentes, dados por Pío IX y
su Syllabus, por San Pío X y su Pascendi y su
Syllabus, por Pío XII y la Humani Generis y la Mediator
Dei,
en un siglo perdieron no su actualidad, sino
su verdad intrínseca?


Ellos mismos lo confiesan. El jesuita Miranda y de
la Parra lo ha dejado escrito: "esa manera de proceder
ha acarreado, dentro de la Iglesia, una situación, que, por
mucho que nos desagrade, se llama división". “No se trata de
establecer un pluralismo, sino de una división real y verdadera,
con la que hay que contar en adelante".



Resumiendo el pensamiento progresista, la
confesión de parte, que esta corriente
demoledora ha dado de sí misma, debemos
señalar estos tres puntos básicos, sobre los que
el progresismo, más o menos auspiciado por la
jerarquía, ha podido imponerse y propagarse en
el pueblo católico.


a) Hay una división, una real oposición, entre las
enseñanzas de los Papas preconciliares y las
enseñanzas de Juan XXIII, Paulo VI y el Vaticano
II. Negarlo es insinceridad o desconocimiento de
lo que han dicho o enseñado los Papas.


b) Lógica consecuencia de la anterior afirmación:
"La unidad del mundo católico está rota". "Resulta más humilde, aunque
no precisamente más prometedor de la unidad católica",

como afirma Miranda y de la Parra, el penetrar de
espíritu cristiano la mentalidad y las costumbres;
es decir, bautizar solemnemente el comunismo,
elevando a Marx y a todos los progenitores de la
revolución mundial a la gloria de los altares.



c) Ante estas realidades espantosas, tenemos que
afirmar:
Es un imperativo ineludible de nuestra conciencia el
que nos obliga a no seguir ya en pos de esos
malos pastores, por el honor de Dios, por el amor
y la fidelidad que debemos a la Iglesia, fundada
por Cristo, por nuestra eterna salvación, por la salvación de
las almas inmortales, redimidas por la
Sangre del Redentor.



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Re: ¿CISMA O FE ? 1971-1972 (R.P. Saenz y Arriaga)

Message par InHocSignoVinces »

No podemos contentarnos ya con protestas y
críticas ineficaces; no podemos unirnos a los
"silenciosos", encabezados por el prototipo de las
"falsas derechas",
Cardenal Danielou, porque esta
postura, que mezcla el "sí" con el "no", la tesis con
la antítesis, es un proceso dialéctico, totalmente
incoherente e inconsecuente, que hace, como dije
antes, el juego al enemigo, a los demoledoras de
la Iglesia, acrecentando el número de los
inconscientes, de los que, como borregos, se
suman al número de los afiliados, favoreciendo la
confusión, acrecentando el progreso creciente de
la perversidad, de la subversión, de la ruina
misma de los pueblos cristianos.



Pero, dirá alguno que esta negación a seguir a los malos
pastores, a los dirigentes de la "autodemolición" de
la Iglesia, coloca a los católicos fieles en una
situación ANORMAL. Así es; nadie puede negarlo.
Esta situación es anormal, terrible y dolorosamente anormal.


Pero, ¿quién nos ha conducido a esta situación?
¿Quién la ha provocado? ¿Quién la sigue
favoreciendo? ¿Quién la ha llevado a estos
extremos trágicos? Han sido los miembros de la
Jerarquía
(no todos; hay algunas y honrosas
excepciones) los que, en modos diversos, —unos
por su acción y otros por su omisión—
pero todos ellos con una Innegable
responsabilidad, han hecho esa que Paulo VI, en
un momento de sinceridad, llamó la
"autodemolición" de la Iglesia de
Dios.



Por lo que toca a la postura de esas pobres
víctimas de la presente situación, que
resueltamente se niegan a seguir a esos falsos
pastores, por el deseo sincero de preservar su fe
y que, en su corazón, anhelan vivamente volver
cuanto antes a la situación normal, malamente
puede ser acusada de cismática.

Como sería falso e injusto el afirmar que estos
fieles católicos, al proceder según su conciencia,
están siguiendo el "libre examen" luterano; porque
el "libre examen" de los protestantes significa
anteponer el juicio propio sobre el juicio del
Magisterio Tradicional, autorizado, definitivo, que
quiere hacer una nueva religión, acomodada al
juicio o conciencia de los reformadores.
Los
católicos tradicionalistas, en cambio, se oponen a
seguir a estos innovadores, que han roto el hilo
de la tradición apostólica y que, con sus
novedades sospechosas, cuando no abiertamente
heréticas, han fundado una nueva religión, la del
"aggiornamento", la del "diálogo", la del "ecumenismo".
Con el pretexto absurdo y entreguista de “una
apertura al mundo" han perdido el sentido cristiano y
se han hundido en el espíritu moderno,
sin Dios, sin religión y sin moral.



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Message par InHocSignoVinces »

La actual lamentable situación prueba con
evidencia cuánta razón tenía Su Santidad el Papa
San Pío X,
cuando nos advirtió que estuviéramos
en guardia contra esa tendencia a querer "conciliar
la fe con el espíritu moderno. Esta tendencia nos llevará, dice
Pío X, mucho más lejos de lo que se puede
sospechar, no sólo haciendo que nuestra fe decaiga, sino que se
pierda totalmente",
es decir, que incurramos en la
apostasía. (27 de mayo de 1914).


Hay tres acontecimientos recientes, que
confirman ampliamente lo que en mi libro "LA
NUEVA IGLESIA MONTINIANA"
y en estas páginas
llevo escrito. Me refiero al último Sínodo
Episcopal, a la aparente liberación del Cardenal
Mindzenty,
el heroico mártir de la Iglesia del
Silencio,
y a las componendas diplomáticas de Paulo VI y sus
emisarios con los gobiernos comunistas,
sometiendo a los pobres ucranianos al Kremlin,
por medio del Patriarcado Ortodoxo y cismático
de Moscú.



El Último Sínodo en Roma (pp. 14-31)

Sobre el primer acontecimiento, me voy a
permitir repetir aquí las mismas ideas, que
expresé en Roma, durante los días del pasado
Sínodo. "Nosotros, los católicos tradicionalistas, ante la
novedad de estos sínodos episcopales, establecidos
periódicamente por Paulo VI, consideramos que esta
modificación estructural de la Iglesia es incompatible con la
institución hecha por Cristo de Su Iglesia. Estos sínodos son
una institución de origen humano, que transforman
substancialmente la institución divina”.
¿Cuál es la
institución divina de la Iglesia? Jesucristo hizo a su
Iglesia monárquica, no democrática.
Entre sus discípulos
escogió a los "doce", para que continuasen su obra
en todo el mundo y hasta la consumación de los
siglos. A estos "doce" les dio tres prerrogativas,
tres poderes divinos:
la prerrogativa del Magisterio; la de
la jurisdicción y la del sacerdocio.
Todas estas
prerrogativas son participación o subdelegación
de los poderes mismos de Cristo.



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Message par InHocSignoVinces »

Entre estos "doce" escogió a uno, a Pedro, para
que fuese el fundamento de su Iglesia.
A él y sólo
a él le dio las llaves del Reino de los Cielos.
Si
Pedro abre, nadie puede cerrar; si él cierra, nadie
puede abrir. A él, finalmente, independientemente
de los demás apóstoles, dio la suprema jurisdicción
en su Iglesia:
"todo lo que atares en la tierra
será atado en el cielo; todo lo que desatares en la tierra, será
desatado en el cielo".



La prerrogativa de la jurisdicción y la del Magisterio
es, pues, en Pedro independiente, de los demás apóstoles,
de los obispos y de los sacerdotes todos;
mientras que
la prerrogativa de los obispos, así de su
jurisdicción, como de su Magisterio es siempre
dependiente de Pedro, aunque enseñen o
manden colegialmente.
Es evidente que, en el
ejercicio de su misión sublime, el Papa puede
consultar, antes de pronunciar su última y
decisiva palabra, a los obispos, a los teólogos, a
las facultades de teología de las Universidades
Católicas, pero sin tener obligación de hacerlo,
supuesto el don de la infalibilidad didáctica,
cuando habla ex cathedra, en cuestiones de fe y
de moral y definiendo, es decir, diciéndonos que
esa verdad que él enseña, concreta y definida, es una
verdad revelada por Dios, la cual debe ser creída
por todo aquel católico que busque su eterna
salvación. En realidad, los Papas siempre han
consultado, en sínodos o concilios o reuniones de
obispos, unas veces; y otras, en consultas
escritas o verbales, con personas de ciencia, de
santidad y de experiencia.
En esto no hay
inconveniente alguno.



Lo grave está en haber establecido Paulo VI,
con un "Motu proprio", esos
sínodos permanentes y periódicos (cada dos
años), como una institución que adultera la
constitución orgánica de la Iglesia establecida, no
por los hombres, sino por el mismo Hijo de Dios.
Esa institución humana viene a hacer una Iglesia
democrática, parlamentaria, contra la institución
monárquica que Cristo quiso dar a su Iglesia. La
autoridad del Papa, la autoridad de los Concilios
no puede tanto; no puede transformar la
constitución divina de la Iglesia.
Al establecer esa
institución permanente, Paulo VI no sólo ha usurpado
poderes que no le pertenecen, sino ha contribuido personalmente
a la demolición de la Iglesia. Este abuso de
autoridad es contra la Verdad Revelada.



Convocar un sínodo o varios sínodos sí está dentro de los
poderes del Pontífice, como nos enseña la más
sólida teología;
pero establecer un sínodo periódico
y permanente para determinar el ejercicio de su
Magisterio o de su jurisdicción, esto no puede
hacerlo el Papa, por la razón evidente que ya
expuse:
esto es cambiar la constitución
misma de la Iglesia, fundada por Cristo, no por
los hombres.
El Papa y el Vaticano II no pueden
establecer la democracia en el régimen de la
Iglesia.



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Message par InHocSignoVinces »

Dirá alguno: Paulo VI es tímido, es
indeciso; el peso de tremenda responsabilidad le
hace consultar frecuentemente a sus venerables
Hermanos y convocar estos sínodos.
Concedamos, por un momento, esta hipótesis. No
hay conveniente teológico en esas consultas, ni
en que Paulo VI convoque, cuando le plazca un
Vaticano III o un nuevo sínodo. La dificultad está
en la institucionalización permanente y periódica de esos sínodos.
La dificultad está en establecer un parlamento en la Iglesia,
para gobernar la Iglesia.



Por otra parte, —mirando las cosas
humanamente y teniendo en cuenta los terribles
resultados del Vaticano II, parece que la
convocación de nuevos sínodos o concilios, lejos
de contribuir al gobierno de la Iglesia y a la
tranquilidad de las conciencias en la reafirmación
de nuestra fe, sólo serviría para aumentar la
confusión reinante y la pérdida de la fe de
innumerables almas.
Supuesto esto, nadie debe
ya sorprenderse de las disputas escandalosas, de
las que dieron cuenta los periódicos y revistas de
todos los países, acaecidas en el último Sínodo y
que, en cierto modo, superaron las increíbles
intervenciones del Vaticano II,
pues en ese
parlamento no estaba, ni podía estar el Espíritu
Santo.
Los puntos principales propuestos al
estudio o discusión de los Padres sinodales eran:
la problemática del clero, la justicia social en el
mundo y la nueva estructuración del Derecho
Canónico.



"La atención del público mundial sobre el Sínodo (el de
1971) ha sido polarizada, por influencia de los medios de
comunicación en un par de puntos —quizá los más
marginales— al tema general del sacerdocio (como
celibato y conveniencia o no de ordenar hombres
casados), dejando en penumbra y, a veces hasta sin aludir,
otros sustanciales temas más directamente delineables de la
imagen del sacerdote y mejor definitorios de su misión
apostólica".



Así escribe "Ecclesia", Órgano de la Acción Católica
Española, (no 1565, 30 de octubre 1971). En
realidad la problemática del clero no tenía mucho
que estudiarse. De sobra sabemos lo que debe
ser un sacerdote, lo que debe hacer un sacerdote
para cumplir su misión divina.
Si algo deberían
haber tratado en el Concilio y en el sínodo
nuestros venerables Prelados es la manera eficaz
y oportuna para evitar esa "desacralización", esa
"secularización", esas libertades que se han dado a
los jóvenes recién ordenados y que a tantos de
ellos ha llevado a abandonar su ministerio, a
colgar los hábitos y escandalizar a tantas almas
con esos matrimonios autorizados y bendecidos
por las mismas personas, que, por su autoridad y
responsabilidades, deberían cuidar con especial
esmero a sus sacerdotes. Si algo deberían haber
pedido a la Santa Sede era la restricción de
tantas facilidades que hoy se brindan a los
sacerdotes infieles, para que puedan contraer
nupcias con las personas a las que antes
confesaban y dirigían espiritualmente.



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El Cardenal Vicente Enrique y Tarancón, Arzobispo
Primado de Toledo, presentó la síntesis de la
discusión sinodal acerca de los problemas
prácticos del ministerio sacerdotal. He aquí el
panorama de esos problemas, a juicio del
discutido Primado de España: "Para que la visión de
conjunto sea clara se ordenarán los problemas, según el orden
seguido en la relación introductoria. Por eso, ante todo, se
habla de la naturaleza específica del sacerdote”. “Se ha puesto
de relieve, con suficiente unanimidad, la dimensión misionera
del ministerio sacerdotal en la Iglesia considerada como
sacramento universal de salvación. Se reconoce de este modo,
la íntima e integral conexión entre la evangelización y
la celebración de los sacramentos si bien se atribuya una
cierta primacía a la predicación, en cuanto la palabra de Dios
es el principio de la vida cristiana y engendra
la fe".



Detengámonos un poco a hacer algunas
observaciones a las palabras anteriores del
Cardenal Tarancón. "Se habla, dice, de la naturaleza
específica del sacerdote. Se ha puesto de relieve,
con suficiente unanimidad, la dimensión misionera del
ministerio sacerdotal en la Iglesia, considerada como
sacramento universal de salvación".
Todo esto es lenguaje
progresista.
En el lenguaje tradicional, hubiéramos
dicho:
El sacerdote, por su consagración a Dios, a
la salvación de las almas, está obligado a trabajar
intensamente no sólo en su propia salvación, sino
también en la salvación de las almas. Este es el
fin de la Iglesia y este debe ser el fin de los
sacerdotes de la Iglesia.
No es posible que un
solo sacerdote pueda tomar a su cargo
la salvación de todas las almas.
Mucho hará si,
según los dones recibidos, dedica su tiempo, su
vida, su actividad completa a santificarse y salvar
y santificar a las almas que le han sido confiadas.



Y prosigue el Primado de España: "Se reconoce, de
este modo, la íntima e integral conexión entre la
evangelización y la celebración de los sacramentos".

Ninguna novedad nos da Mons. Taracón. La fe,
como sabemos por la Escritura y por la Tradición,
tiene que ser viva, operativa, en orden a la
salvación eterna...
Y, sin la gracia de Dios, el
hombre es impotente para tener un solo
pensamiento conducente a su salvación,
según
las palabras de San Pablo: "No porque seamos capaces,
por nosotros mismos, de pensar cosa alguna como propia
nuestra, sino que nuestra capacidad viene de Dios".

Ahora bien, esta capacidad, de la cual habla el Apóstol,
nos la da Dios, según la economía de la presente
Providencia, por medio de los Sacramentos,
instituidos por Cristo y, especialmente, por el
Santo Sacrificio de la Misa.
De nada sirve la
predicación, si no hay el Sacrificio Eucarístico
y la administración asidua de los
Sacramentos. Es buena, es necesaria la
predicación de la palabra de Dios; pero, en orden
a la salvación, no tiene otra primacía, que la que
puede tener la simiente, de donde brota el árbol.

Lo que cuenta en la eternidad son los frutos, no
la raíz.
La fe muerta no salva.
CONTINUARÁ...

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El hipócrita y traidor Cardenal Tarancón, destructor del catolicismo tradicional en España y miserable títere en las manos del astuto y satánico Montini-P6.
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Message par InHocSignoVinces »

Por otra parte, se olvidan estos nuevos
teólogos de que en el bautismo,
con la gracia santificante, la nueva
naturaleza, recibimos las tres virtudes teologales,
que son operativas, que dan valor a nuestros
actos conducentes a nuestra salud.

Es claro que se necesita, llegado el uso
de razón, conocer aquellas verdades
de nuestra fe de una manera explícita,
para salvarnos.
La virtud infusa de la
fe teologal es ya la raíz, la única raíz,
de donde ha de brotar y crecer el árbol
frondoso y cargado de frutos de nuestra
eterna salvación.



Las palabras del purpurado de Toledo, mal
entendidas, nos suenan a pelagianismo.
Muy
conveniente, muy necesario es el instruir al
pueblo en su religión, según los alcances de las
diversas personas;
pero, de nada serviría la
instrucción sin la virtud infusa de la fe
y, en
cambio, esta virtud infusa, aunque carezca de
instrucción, puede dar y de hecho da óptimos y
abundantes frutos de santificación, aun en los
ignorantes y los niños.



Predicación sin sacramentos, sin Sacrificio incruento
del Altar es protestantismo; es fe muerta.
Si los sacerdotes
se dedican a predicar y olvidan la administración
de los Sacramentos, la celebración del Santo
Sacrificio de la Misa, como fue enseñado por
Trento, el ministerio sacerdotal, equiparado al
ministerio de los pastores protestantes, será
estéril; insensiblemente sembrará la irreligión en
el pueblo.



Y continua el Primado de España: "Pero, porque la gracia
se confiere realmente no en ocasión del ministerio,
sino con el ministerio, se ha insistido por los padres
en que el valor de la palabra depende también de la calidad de
la experiencia humana y cristiana de quién la anuncia".
Aquí
de nuevo, con el respeto debido a los Venerables
Padres sinodales, afirmo que
la gracia no se
confiere -hablo de la gracia santificante, habitual,
no de las gracias actuales— "con el ministerio" de la
palabra,
sino con los sacramentos, con el Santo Sacrificio
de la Misa,
y no “depende de la experiencia humana y
cristiana de quien la anuncia",
sino de la eficacia,
ex opere operato, de los Sacramentos y del Santo Sacrificio.

Las mismas gracias actuales, en realidad, aunque dadas en ocasión
del ministerio, dependen principalmente, no de
las "experiencias humanas y cristianas" del sacerdote,

sino de la bondad gratuita del Señor, según las
palabras de San Pablo:
"Igitur non volentis, neque
currentis, sed miserentis est Dei".
(Así es que no es obra
del que quiere, ni del que corre,
sino de Dios que tiene misericordia).


Los que tenemos alguna experiencia del ministerio
de la predicación, en misiones, en ejercicios espirituales,
en sermones de otro género, sabemos muy bien que la misma
predicación, unas veces hace maravillas en las
almas
y otras, en cambio cae, como la semilla de
la parábola evangélica, en el camino, entre
piedras, o entre espinas.
Hay que tener también
en cuenta el misterio de la libertad humana.



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