Vida del Padre Joaquin Saenz y Arriaga

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Abbé Zins
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Re: Vida del Padre Joaquin Saenz y Arriaga

Message par Abbé Zins »

El día 7 de diciembre de 1965 terminó la postrera reunión de la cuarta y última etapa del Concilio Vaticano II. La euforia universal rechazaba toda advertencia de peligro. Nadie parecía ver el severo resquebrajamiento que había sufrido el magisterio de la Iglesia.

Sólo unos cuantos, inmersos en el silencio de sus retiros, aplicados al estudio de los documentos conciliares, pudieron calibrar las grietas que amenazaban la integridad, hasta entonces monolítica, de las estructuras eclesiásticas y sus bases doctrinales.

El padre Sáenz Arriaga, que había seguido muy de cerca los incidentes del Concilio, que había estudiado los esquemas propuestos y las declaraciones promulgadas, anunció, antes que muchos, la crisis que se avecinaba.

"Yo creo en la Iglesia de los Papas y de los Concilio no en la Iglesia de un Papa o de un Concilio. Es absurdo desvincular las enseñanzas dogmáticas, disciplinarias o pastorales del Concilio Vaticano II de la contextura veinte veces secular de la doctrina apostólica, de la doctrina de los Santos Padres y Doctores de la Iglesia, de la doctrina de los Concilios y de los Papas precedentes, de la doctrina secular de toda la teología católica.

Cualquier progreso que desconozca el pasado, no es progreso, sino ruina y destrucción; cualquier sentido contrario al que los dogmas han tenido, no es interpretación, sino claudicación." 27.


Había transcurrido medio año desde la clausura del Vaticano II. En la revista norteamericana Look, del 25 de enero de 1966, apareció extensa crónica escrita por Joseph Roddy, intitulada : Cómo los judíos cambiaron el pensamiento católico.

En ella se relatan las interferencias israelitas antes y en el transcurso del Concilio, hasta lograr la declaración, contraria a la verdad histórica y a la doctrina de la Iglesia, por la que exime de toda culpa al pueblo judío en la muerte de Nuestro Señor Jesucristo, admitiendo, tácitamente, la propia culpabilidad por los "odios, persecusiones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos."


27 Sáenz Arriaga, Dr. Joaquín. Con Cristo o contra Cristo, Hermosillo, Sonora, México, 1966. Pág. 5.
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Abbé Zins
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Re: Vida del Padre Joaquin Saenz y Arriaga

Message par Abbé Zins »

Esta Declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, fue promulgada el 28 de octubre de 1965. El capítulo dedicado a La religión judía sufrió incontables modificaciones hasta culminar con el texto que habría de satisfacer plenamente las demandas israelíes.

Don Joaquín tradujo cuidadosamente el artículo de la revista Look. Al final del mismo añadió varias notas en las que desmenuza el sentido teológico del texto conciliar y comenta o amplía las intromisiones judaicas que lograron torcer el sentido católico de la condenación al pueblo deicida.

En ningunna frase falta a la caridad cristiana. Escribe con sencillez, expone con lógica : "El ataque no es nuestro, es de ellos ; no habría defensa si no hubiera ataque. El ataque del judaísmo a la Iglesia ha sido secular, veinte veces secular ; ha sido permanente : unas veces solapado, insidioso, cauto; otras veces violento, destructor, incendiario y sangriento ... " 28

Apoya sus argumentos en testimonios tan válidos, que algunos provienen de los mismos judíos y de significados masones.

Cuando apareció este libro del padre Sáenz, la Mitra Metropolitana le envió una amonestación, no obstante que, en la primera página de la obra que lleva por título Con Cristo o contra Cristo, está impreso el aval de monseñor Juan Navarrete, arzobispo de Hermosillo, en cuya arquidiócesis fue publicado.


28 Ibídem.
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Abbé Zins
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Re: Vida del Padre Joaquin Saenz y Arriaga

Message par Abbé Zins »

El cardenal Miranda no disimulaba su antagonismo personal hacia el antiguo jesuita. Aunque pertenecía a su arquidiócesis, no era don Joaquín de los serviles o incondicionales que, con su reconocida capacidad y preparación, buscase acomodo en la Mitra.

La publicación de su libro, aunque autorizado por el arzobispo sonorense, no le agradó; veía venir la resuelta actitud del padre frente a los cambios radicales que se avecinaban y que él tendría que implantar en su arquidiócesis.

Lo mandó llamar. La cita fue hecha por teléfono ; el padre, a quien algunos obispos habían revelado que el cardenal pretendía silenciarlo, le envió ese mismo día —26 de enero de 1967— una carta disculpándose de no poder presentarse en la Mitra.

Ante la amenaza de amonestación, admitía la posibilidad de haber cometido algunas equivocaciones en sus trabajos, escritos, sin embargo, "con la mayor pureza de intención y con el respaldo de personas prudentes de conciencia y ciencia teológica", por lo cual ,agradecería a Su Excelencia se dignase hacerle, por escrito, sus observaciones.

No acudía a la cita por padecer gran quebranto físico, que no mental, como maliciosamente pregonaban por ahí algunos eclesiásticos de ideas contrarias a las suyas. Aceptada "esta humillación, como sacrificio personal a Dios", aunque "le gustaría que las refutaciones de esos padres más que can ofensas personales fueran con razones teológicas." 29

Nunca llegó a ver realizado su justo deseo. Ni prelados, ni presbíteros ni simples legos pudieron rebatir una sola de sus macizas conclusiones teológicas.

Recibió un nuevo llamado telefónico, citándolo en la Mitra el día 4 de febrero. Esta vez envió oportuna disculpa en forma de certificados médicos, suscritas por honorables profesionistas que certificaban su mal estado de salud y la inconveniencia, por ese motivo, de acudir al llamado de don Miguel Darío.


29 Sáenz Arriaga, Dr. Joaquín. Correspondencia privada. Ibídem. Pág. 10.
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